Os adjunto un evento, que nuestra compañera, Maruxi me ha pedido que publicase en el blog. Me ha informado que tiene entradas para la 2ª fila.
AUM Universidad de Cádiz 2018/23
jueves, 23 de mayo de 2019
viernes, 3 de mayo de 2019
VIVIAN MAIER: Ejercicio de clase de Literatura y Nuevos Lenguajes
Cuando me vi en el reflejo supe que no pertenezco a este mundo.
La vida fluye; la gente va corriendo a su trabajo o vuelve a su casa. O está tomando un té o una copa en una cafetería. Todos aislados en su propia burbuja. Indiferentes al afán o a la necesidad de los demás. Cada uno en su mundo, como si no existiera otro.
Y yo, testigo de todo ello, me siento como un fantasma que no pertenece a ninguno de esos espacios estancos.
Estoy fuera.
miércoles, 24 de abril de 2019
MIROSLAV TICHÝ
Muchos pintores se exiliaron, yo me exilié en la indiferencia y en el anonimato que da la indigencia. Después de que el régimen comunista hiciera un daño irreparable a mi alma sensible de artista.
Estuve preso 8 años. Fui sentenciado a 12 meses de cárcel. A los 9 meses mi madre creyó que no sobreviviría, mandó que me visitara un psiquiatra, que me internó en una clínica.
La vida en la cárcel era muy dura, pasábamos mucha hambre, un trozo de pan era el paraíso si podías cogerlo antes de que lo cogiera otro preso.
Cuando la policía no encontró nada de lo que culparme y el psiquiatra no veía la razón para tenerme encerrado, después de que la policía me diera una gran paliza, me dejaron en libertad.
Habitó en mí, una mirada de melancolía vacía de contenido, una sonrisa eterna sin alegría.
Empecé a recorrer las calles de mi pequeño pueblo y quise hacer algo más que pasear, así que empecé a fotografiar, me puse un propósito, una norma para mí mismo, tenía que hacer muchas fotos, y recopilarlas. Todos los días, compraba 3 carretes de 36 fotos y pulsaba el disparador sin pensar en nada.
Cuando hube conseguido mi propósito paré.
Dejé la pintura. Todos los dibujos han sido dibujados y todas las pinturas han sido pintadas. ¿Qué me quedaba a mí por hacer?
Era mi destino. Las decisiones las toma el mundo mientras gira, y no te queda otra cosa que hacer que vivir mientas sigue girando. Eso sí que está predeterminado.
Solía hacer mis propias cámaras, con madera o catón, con un cuchillo tallaba mis propias lentes de un trozo de plexiglás, luego las pulía con lijas cada vez más finas hasta que podía ver a través de ellas. Terminaba el pulido con pasta de dientes y ceniza, de esta forma, conseguía que quedaran brillantes.
El objetivo estaba hecho con dos tubos, con una pieza de madera contrachapada, hacía una mirilla a la que le ponía una gomilla y regulando su tensión, conseguía más o menos tiempo de exposición.
Cuando yo hago algo funciona con absoluta precisión, Bueno, la verdad es que las lentes no eran tan precisas, pero ahí está el arte.
Las películas las revelaba en un cubo con activador o en una bañera, por la noche, aprovechando la oscuridad. Después las dejaba en agua durante horas o días, después las tendía en una cuerda. Todas las noches como una rutina.
Si en el negativo se veía algo reconocible del mundo lo revelaba, el mundo es todo lo que existe. Al final el mundo no es más que una ilusión. Sólo reconocemos aquello que podemos y queremos reconocer.
Nadie pensaba que mis cámaras, que parecían de juguete, pudieran hacer fotos reales, y mi aspecto de vagabundo, me hacía casi invisible a las gentes de Kyjov. Como resultado, en mis fotografías se refleja la relajación y la intimidad propia de quien no se siente observado.
A veces enfatizo los contornos con un lápiz, la mejoro un poquito, les dibujo marcos y les pongo paspartús. Hace tiempo que no soy capaz de enmarcar ninguna.
No es abstracto, es concreto, la fotografía es perfección. Ocurre en un instante y puede que no veas nada.
Para conseguir eso lo primero que se necesita es una mala cámara, y de nuevo el contraste. El contraste hace la foto, de nuevo la oscuridad y la luz, la fotografía significa pintar con la luz.
Soy un contenedor vacío a través del cual la vida fluye. No existo, solo soy una herramienta, un medio de percepción. Y eso ocurre sin que yo haga ningún esfuerzo.
En mis fotografías los defectos forman parte de su esencia y ahí está su poesía.
Soy un observador de lo más profundo de todo lo que me rodea. Las imágenes se me muestran como simples números, que van de lo exterior a lo interior, hasta llegar al infinito, al átomo, eso me hace ser un atomista.
Para mí la fotografía es solo un juego, como cuando juegas a las cartas, lo dejo al azar.
Platón dijo que lo que él veía era un simple reflejo, no una realidad, una imagen proyectada, una sombra hecha por el fuego en la pared de la caverna, una apariencia.
Las mujeres son mi principal tema de inspiración. Pero las relaciones con las mujeres para mí siempre han significado, policía, prisión o instituciones mentales. Toda mi vida, bajo el control comunista, he estado alerta para evitar que me encerraran.
El placer es una palabra que rechazo ¿cómo podría un escéptico como yo obtener placer?
El erotismo es una fantasía, un sueño, cuando hago fotos no pienso en nada. Hace tiempo que no hago fotos con una idea predeterminada.
Si quieres ser famoso tienes que hacer algo peor que todo el mundo. Algo precioso y perfecto no le interesa a nadie.
El personaje de Tichý ha creado una leyenda que destaca sus
rasgos más novelescos y lo pinta como un Diógenes moderno, sabio y culto, que
cita a Schopenhauer y mira con desdén su arte; un extravagante que se fabrica
cámaras de fotos con basura para pasar el día en la calle haciendo fotos.
Aquellas imágenes capturadas con semejantes
cámaras terminaron expuestas en museos y galerías de arte de Sevilla,
Madrid, Berlín, Zúrich y Nueva York, y
alcanzaron altas cotizaciones.
Nació el 20 de noviembre de 1926 en Kyjov, un pueblo en la
República Checa. Fue el hijo único de un sastre.
Fue un joven brillante con enorme facilidad para los idiomas
y un asombroso talento para el arte. Tras la segunda guerra mundial, con 19
años ingresó en la Academia de Bellas Artes en Praga.
Era apreciado y admirado por sus profesores y sus
compañeros. Le interesaba el modernismo.
El rumbo de su vida cambió drásticamente en febrero de 1948
con el golpe de estado comunista. Checoslovaquia se transformó en un satélite
soviético.
Fue un régimen autoritario en el que cualquier medio de
expresión, incluidas las artes, tenían que estar al servicio de la propaganda
del estado.
Se entendió que el arte solamente había servido a la clase
dominante al retratar los rostros de las grandes aristocracias europeas o a las
divinidades adoradas por la Iglesia, y
eso tenía que cambiar.
Nació el Realismo socialista como propaganda del socialismo
y el comunismo. Para cumplir esta misión se exaltaron a las clases bajas por
medio de pinturas que retrataron la vida diaria del trabajador y los
campesinos.
Todo trabajador y campesino debía tener un aura heroica que,
supuestamente, animaría al proletariado.
En pocas palabras, el arte debía de
dejar de servir a la inspiración poética para convertirse en un vehículo que
llevaría al proletariado a una transformación ideológica.
En la Escuela de Bellas artes en la que estaba Miroslav, los
profesores fueron expulsados y sustituyeron a las modelos femeninas por modelos
masculinos con monos de trabajo.
Eso hizo que Miroslav protestara y abandonara la escuela. A
causa de su disidencia fue condenado a 12 meses de prisión. Estuvo en
instituciones mentales y en la cárcel durante más de 8 años.
De Tichý suelen destacarse la delicadeza de sus fotos, en
contraste con la miseria en la que vivía, y su decisión de vivir al margen,
como una “forma personal de resistencia contra el régimen”,
La una temática centrada en lo femenino, fotografiaba a las
mujeres de Kyjov en parques, piscinas, paradas de autobús, lo que le era fácil
desde su perspectiva de harapiento vagabundo armado con una cámara que nadie
pensaba que fuera capaz de hacer
fotografías de verdad.
En estas fotografías se refleja la relajación propia de
quien no se siente observado y transmiten poesía y belleza.
Su fotografía tienen ese encanto de lo imperfecto y antiguo,
de lo artesanal mezclado con una mirada tremendamente inquietante en ocasiones.
Vería totalmente destruida su vida y volvió a su pequeño
pueblo Kyjov de unos 12.000 habitantes, con una pequeña pensión del gobierno.
Allí como forma de protesta se marginó de la sociedad y
abandonó su aspecto. Se aisló y se convirtió en un indigente. Empezó a vestir
un traje negro raído que reflejaba lo opuesto a un trabajador masculino de la
propaganda comunista. Esto ocasionó que las autoridades lo arrestaran por
vagancia en varias ocasiones.
A partir de la década de los 60 (34 años) se pasó a la
fotografía.
Con una cámara construida por el mismo con materiales de
desecho, empezó en un principio frenética y compulsivamente y luego como rutina
su obra fotográfica.
Retocaba las fotos a lápiz y las adornaba con paspartú
artesanos.
En 1981, Roman Buxbaum, vecino y amigo de la familia de
Tichý empezó a recopilar las fotos que encontraba esparcidas por el suelo. Fue
la única persona que tuvo acceso a las bellas imágenes captadas por el artista.
“Su obra me provocó desde el principio emociones fuertes y
contradictorias. Yo sabía que allí había un tesoro del que nadie conocía
siquiera su existencia. Durante muchos años estuve preguntándome si era justo o
no intentar sacarlo a la luz. Tichý hizo aquellas fotos para sí mismo, sin
ninguna intención de publicarlas. Pero, a pesar de que no estuviera interesado,
yo sentía un fuerte impulso: que la gente pudiera disfrutar de su obra. Y
también que Tichý fuera reconocido públicamente como artista antes de morir. La
gente del pueblo se rio de él durante décadas. Ahora no entienden muy bien cómo
es posible que la obra de ese loco esté colgada en grandes museos ni comprenden
qué es lo que tienen de especial sus fotografías, pero han tenido que asumir
que es un artista. Espero que eso garantice a Tichý algo de respeto en los
últimos años de su vida”, dijo Buxbaum.
Un día decidió
llevarse parte del material a Zúrich para enseñarlo a los dueños de una
galería. Y desde allí empezó a circular por el mundo. Harald Szeemann, organizó
su exposición en la Bienal de Arte Contemporáneo de Sevilla en 2004, en 1990
había realizado una exposición en la Die Blaue Kunsthalle DuMont de Colonia.
Pasó por la Nolan / Eckman Gallery de Nueva York, por la Kunsthaus de Zúrich y
por la galería Arndt de Berlín, entre otras. Algunas de sus fotos alcanzaron
una cotización de entre 4.000 y 8.000 euros en el mercado.
Desde su descubrimiento, continuó viviendo como ermitaño.
Tichý nunca asistió a una exposición, nunca aceptó el dinero recaudado con las
ventas de sus fotos, continuó viviendo en la misma casa y siendo marginado el
resto de su vida.
Murió en el mismo pueblo donde nació en el año 2011 a la
edad de 85.
Se realizaron dos documentales en torno a su figura,
“Miroslav Tichy: Tarzan Retired”, dirigido por Roman Buxbaum
(2004) cuyo título está tomado de la respuesta que Tichý daba a la gente de
Kyjov cuando le preguntaba si era un pintor, un fotógrafo o un filósofo. “¡Soy
un Tarzán retirado!”, contestaba
Y “Miroslav Tichy: Worldstar” de Natascha Von
Kopp (2006), que ganó el Rencontres d’Arles Photographie Discovery Award 2005.
Nick Cave - The Collector
Canción dedicada a Tichý
EL COLECCIONISTA
Paseando, deteniéndose,
agachándose
Dormitando en los
baños públicos
Gritando, llanto sin
sonido
Viene de mi mujer que
ahora ríe
Borroso y turbio y
distorsionado
Atrapados en la
baraja del tiempo
Una ciudad hecha con
lazo de mujer
Vallada a base de
metal y cristal
Una cadena de hijas,
una bruja solitaria
Una chica de edad
indeterminada
Una cosa colegial de
postura de tijeras
Una chica bañándose
enjaulada
Una multitud de
compradores solos
Una chica tan borrosa
que no se puede apreciar
La sensación de su
silueta en reposo
Que llena de magia la
página
Aquí llegan de a dos
y de a cinco
Chicas felices que no
conozco
Con tantas vidas
felices diferentes
Como un creador
desinteresado puede inventar
Una desvergonzada, la
otra tímida
Lejos de mí, cachorro
querido
Mientras las
colecciono como mariposas
Con mi red mágica
hecha a mano
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